Cantar de los ciegos by Carlos Fuentes

Cantar de los ciegos by Carlos Fuentes

autor:Carlos Fuentes [Fuentes, Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-607-313-934-2
editor: Penguin Random House Grupo Editorial México
publicado: 2015-12-09T00:00:00+00:00


“Claro que nos hemos peleado. Ella sale golpeando la puerta y yo casi lloro de la rabia. Trato de ocuparme pero no puedo y salgo a buscarla. Sé dónde está. Enfrente, en La Clémence, bebiendo y fumando nerviosamente. Bajo por la escalera rechinante y salgo a la plaza y ella me mira de lejos y se hace la desentendida. Cruzo el jardín y subo al nivel más alto de Bourg-de-Four lentamente, con los dedos rozando la balaustrada de fierro; llego al café y me siento a su lado en una de las sillas de mimbre. Estamos sentados al aire libre; en el verano el café invade las aceras y se escucha la música del carrillón de St. Pierre. Claire habla con la mesera. Dicen idioteces sobre el clima con ese odioso sonsonete suizo. Espero a que Claire apague el cigarrillo en el cenicero y hago lo mismo para tocar sus dedos. Me mira. ¿Sabes cómo, Claudia? Como me mirabas tú, encaramada en las rocas de la playa, esperando que te salvara del ogro. Tenías que fingir que no sabías si yo venía a salvarte o a matarte en nombre de tu carcelero. Pero a veces no podías contener la risa y la ficción se venía abajo por un instante. El pleito empezó por un descuido mío. Me acusó de ser descuidado y de crearle un problema moral. ¿Qué íbamos a hacer? Si por lo menos yo tuviera una respuesta inmediata, pero no, simplemente me había enconchado, silencioso y huraño, y ni siquiera había huido de la situación para hacer algo inteligente. En la casa había libros y discos, pero yo me dediqué a resolver crucigramas en las revistas.

”—Tienes que decidirte, Juan Luis. Por favor.

”—Estoy pensando.

”—No seas tonto. No me refiero a eso. A todo. ¿Vamos a dedicarnos toda la vida a clasificar documentos de la ONU? ¿O sólo estamos viviendo una etapa transitoria que nos permita ser algo más, algo que no sabemos todavía? Estoy dispuesta a cualquier cosa, Juan Luis, pero no puedo tomar decisiones yo sola. Dime si nuestra vida juntos y nuestro trabajo es sólo una aventura; estaré de acuerdo. Dime si las dos cosas son permanentes; también estaré de acuerdo. Pero ya no podemos actuar como si el trabajo fuera pasajero y el amor permanente, ni al revés, ¿me entiendes?

”¿Cómo iba a explicarle, Claudia, que su problema me resulta incomprensible? Créeme, sentado allí en La Clémence, viendo pasar a los jóvenes en bicicleta, escuchando las risas y murmullos de los que nos rodeaban, con las campanas de la catedral repiqueteando su música, créeme, hermana, huí de todo ese mundo circundante, cerré los ojos y me hundí en mí mismo, afiné en mi propia oscuridad una inteligencia secreta de mi persona, adelgacé todos los hilos de mi sensibilidad para que al menor movimiento del alma los hiciese vibrar, tendí toda mi percepción, toda mi adivinanza, toda la trama del presente como un arco, para disparar al futuro y revelarlo hiriéndolo. Esta flecha salió disparada y no había



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